sábado, marzo 17, 2007

El Mar De La Fertilidad

Él le suplicó que culmine el trabajo con rapidez. Que tome su katana y lo mate de la manera más rápida posible. Él decía que era mejor un golpe directo y fulminante al corazón antes que mil agujas, siempre dolorosas pero nunca mortales.
Éll
a trató tres veces sin éxito. Sus cortes fueron poco profundos para ser fatales, y ante tanta tensión, ambos cumplieron con el rito del Seppuku y se despidieron para siempre, tan amigos como enemigos, polos demasiado opuestos que se atraían tanto y con una neutralidad tan parecida, que no la podían aceptar. O al menos Élla.